miércoles, 28 de octubre de 2009

Padre Nuestro.


Son muchas las ocasiones que los cofrades, en un afán desmedido por ensalzar nuestra Semana Santa, posiblemente y sin querer, descuidamos nuestra propia fe aunque no nuestras creencias. De nada vale vestir una túnica de nazarena, llevar una cruz a cuestas, meter la cerviz en la trabajadera si al final todo queda en un magno espectáculo.

La mayoría no participamos en los cultos de nuestras Hermandades y Cofradías como mandan nuestras reglas. O no nos apetece, lo que dice muy poco de nuestro compromiso cofrade, o las Juntas de Gobierno y por no gastar algunos eurillos, tampoco nos convocan para asistir tanto a los cultos como a los cabildos generales y anuales a los que están obligados. Es decir, hacen y deshacen a su antojo, lo que demuestra que desconocen el significado de la palabra hermano.

Vivimos tiempos convulsos, no solo de crisis económica, también de valores. Necesitamos dar y recibir intentando que nuestra mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Quizás, y mientras esta situación no cambie, bien nos valdría olvidarnos de estrenos y bordados y llevar a cabo una verdadera acción social pensando siempre en los más desfavorecidos, a esos que nadie mira, con los que nadie cuenta para nada. A tantos y tantos Cristos que mendigan un poco de humana.

Viene todo esto a colación a una inolvidable experiencia que viví en la sevillana calle Pureza, en la capilla de los marineros y junto a la Reina de Triana:

El Cristo de las Tres Caídas volvía a su capilla tras el Vía Crucis celebrado en la Santa Iglesia Catedral. Ya dentro, una multitud de voces pusieron música a este Padre Nuestro, la más bella oración que jamás mis oídos escucharon:

“Padre Nuestro que estás en el suelo
tres veces caído.
Por hacernos posible Tú reino
que ciegos perdimos.
En tu fuerza Señor confiamos
de tu labio esperamos el grito
que le diga a tu pueblo ¡adelante
y vuelve al camino¡
Mas igual que el Cielo, en la tierra
cúmplase tu Sagrado Designio.
Ven a darnos tu pan cada día
y perdona si tanto te herimos,
que nosotros también perdonamos
el mal recibido.
Y si ves que caemos de nuevo,
Maestro Divino,
porque es mucha la carga de cruz
y sin ti caminamos perdidos,
líbranos del poder de la tierra
y otra vez estaremos Contigo
Porque un día gocemos el Reino
por Ti prometido
Ponle alas de amor a Triana
y guárdale un sitio.
Padre Nuestro que estas en los cielos
Glorioso y Bendito”


Tras escucharlo y con emoción contenida, comprendí que es la fe la única que puede convertirnos en verdaderos y auténticos cofrades y hermanos.

Gabriel Enrique Sardina Sánchez

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