viernes, 30 de abril de 2010

Paso a Paso (III)



No sé si estaba en Badajoz o en la madrugá sevillana. El paso racheao, su imponente majestuosidad, el fervor y el silencio con el que es recibido en sus pacenses calles, me sacó de la duda. Aún así, ¿Quién puede negarme que el Señor de Badajoz se parece cada día más al de Sevilla?

El estilo con el que fue portado por sus nobles costaleros el pasado Martes Santo, me llevó hasta la plaza de San Lorenzo, aunque para mi gozo, estaba aquí, en esta bendita tierra pacense, como un cirineo más. Desde el primer tramo de nazarenos de la Virgen de la Amargura, mis ojos se pierden ante el único Cristo que anda, que sabe andar. Ese Cristo tan humano, tan lleno de ternura, al que rendimos pleitesía posando nuestros labios en sus maltrechos pies, sin necesidad alguna de pedirle ese favor que tanto necesitamos. Nos conoce de sobra y jamás nos dejará en la estacada.

Ese es mi Cristo de la Espina, ese Señor del silencio que, aunque lo tiempos cambian pero las esencias permanecen, qué feliz nos iría bendiciendo con un trío de capilla, música solemne y adecuada para tan disciplinada estación de penitencia.

Otro tanto de lo mismo sucede con esa Virgen guapa donde las haya. ¡Con qué ímpetu la pasearon sus hijos predilectos! Cuanto amor repartido en esas duras trabajaderas. Y qué belleza de nombre: Amargura, como el título de la marcha que compuso Font de Anta y que debería ir sonando junto a otras de marcado carácter sereno y silente. No soy yo quien, humildemente lo pide, fijémonos en sus ojos. Lo dicen todo.

Impresionante Martes Santo pacense. Impecables las túnicas nazarenos, fervor a raudales y la luz de la vida. Una luz que debe oler a cera sagrada. A Dios y a su madre no creo que les guste que sus nazarenos sean los representantes del invento del genial Volta. Luz, mucha luz, la que da calor y esperanza, luz que nos conduce a la meta de los que en Ellos tenemos puesta nuestra fe. La Luz de Cristo, la luz del cielo.

Gabriel Enrique Sardina Sánchez


miércoles, 28 de abril de 2010

50 años, María





(a mi marido con todo mi amor)

Qué cortos se nos pueden hacer 50 años si hablamos de ciertas cosas, pero al mismo tiempo que largos se nos pueden parecer cuando en ese espacio de tiempo han pasado tantas y tantas situaciones. 50 años, número redondo y casi mágico, tiempo para hacer balance de lo vivido porque lo sucedido así lo aconseja.
Después de esta premisa, tengo que decir que mi vida casi ha corrido paralela a la celebración que el pasado día 24 tuvo la Cofradía de San Roque. Bien es cierto que hasta que no tuve, como decían mis padres “conocimiento” y agarrada de la mano de mi tío Juan Laso, no vi aquella Señora que me presentaron. Allí mi querido y admirado Santiago Arolo sentado en un banco miraba y miraba aquella maravilla salida de sus manos. Cuánto me gustaría volver la vista atrás, sobre todo por sentir el aliento de aquellos que faltan y que inculcaron en aquella niña el amor a María en la advocación de Ntra. Sra. de la Palma. Mentiría si no dijera que se convirtieron en mi familia y que sus titulares fueron y han sido la seña de identidad de esta mujer que escribe.
50 años María, ahí es nada. Qué diferente nuestro barrio de San Roque a este que tenemos hoy en día. Ya no pisamos barro, ya está todo iluminado, si hasta me acuerdo de aquel plato de aluminio con la bombilla ( de pocos vatios, por cierto ) que a la entrada de aquella estrecha puerta daba acceso a lo que llamábamos “ la secretaria “.
Cómo ha cambiado todo, si hasta las Semanas Santas son diferentes , pero si que en 50 años hemos mejorado todos. Tienes un palio precioso María, orgullo de tus hijos y sana envidia de quienes lo ven cada Domingo de Ramos , señal que 50 años han servido para consolidar e identificar a la Cofradía tanto a nivel de Badajoz como fuera de ella.
¿ Te acuerdas de aquellos itinerarios ? ibas a ruedas como tantas otras y los de fuera rezando para que no pinchara alguna y tener que en plena procesión cambiar la dichosa ruedita. Hoy en día , María, tienes 50 corazones, tus hijos, dispuestos a llevarte porqué no decirlo, hasta el cielo si Tú se lo pidieras.
Quien me iba a decir que con el paso de los años, aquella niña ya convertida en toda un mujer un día te pondría de Reina, sí, me convertí en tu Camarera, y lo hice por amor hacia Ti, María, y con la dedicación plena y el absoluto convencimiento de mi devoción por Ti.
50 años María, y después de ellos , Tú tan hermosa como siempre has venido hacia mí, envuelta en olor de primavera, implorante …, no Madre, si no me he ido, estoy aquí, como olvidarte si desde que te vi agarrada de la mano de mi tío , tu mirada está clavada en mi mirada y la luz de tus ojos de “ Niña “ son los luceros con los que me duermo cada noche esperando tu luz de nuevo en la mañana.
Seguro que dentro de otros 50 años, ya no podré escribirte, pero es que para entonces ya estaré contigo y con tu Hijo, mi Cristo de la Paz, disfrutando de vuestra presencia celestial.

Isabel Oliveira Laso

martes, 27 de abril de 2010

Salida Extraordinaria 50 Aniversario Virgen de la Palma




















































Fotografías: Alamares

sábado, 24 de abril de 2010

Descendimiento y Esperanza 2010







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