lunes, 21 de septiembre de 2009

Las cosas, como son

Con la solemne novena en honor a nuestra excelsa Patrona y que se celebró días pasados en la Santa Iglesia Catedral, bien podemos llegar a la conclusión que se inicia un nuevo curso cofrade que, en la mayoría de los casos, es una continuación del anterior pues a la vista está que, y Sala de Cabildos es un magnífico ejemplo, la Semana Santa es algo más que una sensación, un tiempo de morado, engarzado en las raíces de nuestro propio corazón aun en los calurosos meses estivales en los que, por cierto, visitar a nuestros Santos Titulares se convierte en una odisea ya que la mayoría de los templos permanecen cerrados a cal y canto cuando, en vista del pregonado laicismo del que presume esta sociedad, evidentemente confundida, deberían estar abiertos de par en par, pues son muchas las personas que necesitan de la oración, de hablarle de tu a tu y de contarles sus alegrías o tristezas tanto al hijo de Dios como a su Santa Madre.

Tengo el terrible presentimiento que, a pesar de que somos Iglesia y que como tal debiera ser nuestra conducta, hay que ser realistas en este sentido, la Iglesia no se ha percatado del inmenso manantial de fe que tiene en sus Cofradías y Hermandades. ¿Qué nos queda mucho por aprender y demostrar? No cabe duda. Pero para eso están los Directores Espirituales que son los únicos que pueden hacer hermandad, que nos sintamos como verdaderos hermanos y practiquemos con el ejemplo.

Alguien dijo en cierta ocasión que “los tiempos cambian, pero las esencias permanecen”. ¡Y que razón tenía! Sobre todo ahora que los católicos estamos en la diana de los que, cada vez más, nos ven de una forma extraña, anticuada, inusual. Por eso, y por muchas cosas más, nuestra Iglesia no puede permitirse el lujo de pensar que somos seguidores de un Dios de madera, madera divina por cierto. No. Somos seguidores de aquel ser que le cantó las cuarenta a los que llamó sepulcros blanqueados, a los fariseos. Somos seguidores del que proclamó a todo el mundo “que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos” o que “nuestra mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Aquel que dijo “la verdad os hará libre”. Y lo más importante, el que resucitó, tal como lo prometió, al tercer día de haber sido sacrificado.

Por eso, y porque tenemos fe, debemos de sentirnos más Iglesia si cabe, pero siempre con el apoyo de esta. Ha llegado el momento de poner en claro lo que muchos ven oscuro: los desfiles procesionales no son folklore, en todo caso manifestaciones públicas de fe. Lo demás, incluido el famoso interés turístico es, como tantas cosas, secundario. Pero, ojo, que no se pongan trabas, que se ponen, a quienes hacen una auténtica catequesis en las calles cada Semana Santa. Eso sí, sin olvidar las muchas asignaturas pendientes que tienen las Hermandades y Cofradías que son en las que hay que poner todo el empeño del mundo para que cuando realicemos nuestras Estaciones de Penitencia, seamos conscientes que estamos cumpliendo con el deber de todo buen cristiano.

Gabriel Enrique Sardina Sánchez

1 comentarios:

Luis Manuel Leal Villares dijo...

Amigo Gabriel si saben el potencial que tienen en Hermadades y Cofradias,pero en el momento que a los que dirigen la Iglesia no le das lo que quieren o no le bailas el agua,ya solo les falta poner a los hermanos de patitas en la calle.No les gusta la Semana Santa.

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